Que los Talent Shows profesionales están de moda es algo que no se pueden negar. Y, como todo, cuando uno triunfa por goleada muchos otros buscan su hueco y aparecen nuevas propuestas. En Italia acaba de aparecer “MasterPiece"; producido por Freemantle Media,el que muchos definen como el “MasterChef” de los escritores; muy comentado en este momento gracias al exhaustivo análisis del blog “El Asombrario&Co.” de elDiario.es que nos lo ha descubierto para muchos. Desde “¡A la Parrilla!” nos gustaría analizar también las claves de este formato y entresacar su fórmula que, aunque no lo parezca, va más allá de “MasterChef”.
LA FÓRMULA: Nombre y mecánica similar a “MasterChef” + “Tu Oportunidad” (“Dragon´s Den”/”Shark Tank”) + “Me Cambio de Familia”
En “MasterPiece” buscan el próximo gran éxito de ventas de la literatura italiana: la mejor obra se publicará con una tirada inicial de 100.000 copias, un número muy superior a lo que en la actualidad suelen ser las ventas en librerías. Para ello, en la fase clasficatoria actual, 10 concursantes se presentan ante un jurado de escritores con su novela inédita para saber si esta se merece ser publicada como la Obra Maestra del Año.
El concurso se divide en tres bloques: audición, prueba de inmersión y prueba final. En las audiciones, los concursantes leerán una página de su obra a los jueces para que estos decidan si merece pasar a la siguiente fase de la criba o no: si la obra recibe dos votos positivos de tres, pasa a la segunda fase de la audición. Tras una deliberación, el jurado debe escoger sólo a cuatro de los clasificados para la prueba de inmersión.
Los cuatro concursantes son divididos en dos parejas para la prueba de inmersión. El programa les tiene preparada una experiencia en algún lugar de Italia, en la que podrán conocer situaciones y personajes concretos desarrollando una actividad que, aparentemente, debe de ser alejada a la de los concursantes: en el tercer programa, una pareja de chicas ingresa en un convento durante un día y medio y una pareja de chicos entra en una convención de culturismo durante un día.
Al volver a plató, los concursantes tendrán treinta minutos para improvisar sobre su experiencia un relato corto según las indicaciones del jurado: por ejemplo, una página del diario de la Madre Superiora del convento que recibió a las chicas, sintiendo que el personaje las acoge aunque pueda temer al ser ellas unas extrañas en su realidad. De cada una de las parejas de textos, el jurado se queda con uno; teniendo así a los dos finalistas del programa.
La prueba final es el Elevator Pitch, el discurso del ascensor. Este se desarrolla fuera de plató, de noche, en el ascensor del impresionante Museo del Cine de Turín. El concursante compartirá trayecto en ascensor con un escritor invitado al que deberá contar la trama de su novela en el tiempo que tarda en subir del suelo a la cúpula del edificio, 59 segundos. De vuelta al estudio, el escritor invitado y el jurado decidirán qué concursante es el ganador del día y debe pasar a los programas finales de “MasterPiece”. El programa finaliza con consejos de escritores y editores hacia los espectadores sobre cómo escribir una historia mientras que pasan los créditos.
“MasterPiece” utiliza la mecánica del Talent Show culinario: tres fases de juego, la segunda de ellas en exteriores y cada una con una duración máxima de 40 minutos (40, 30 y 20 minutos). Pero no sólo la usa, sino que la explota hasta límites insospechados, mezclándolo con otros formatos que también funcionan y que lo potencian aún más.
La fase de audiciones tiene mucho ritmo y transmite lo mismo que el momento de la venta de un proyecto en “Tu Oportunidad” (adaptación española de “Dragon´s Den”). El concursante no lee solo, sino que el espectador puede seguir la lectura en el mismo instante: todo lo que se lee de una obra se subtitula. Las pruebas de inmersión, al igual que la fase de grupos de “MasterChef” aporta una dosis sorpresa y frescura en cada programa; pero aquí no es sólo un sitio en el que cocinar o para el que guisar: es un lugar donde convivir y acercarse a una realidad al igual que ocurre en “Me Cambio de Familia”. No es casual que a una chica con media cabeza rapada que ha presentado una novela sobre un chaval de 1968 descubriendo su homosexualidad sea una de las que entra a convivir durante dos días en un convento de clausura. Y, al igual que en "Top Chef", también tenemos el posible choque de egos de un grupo de escritores enfrentados a un jurado.
Visualmente, la prueba de inmersión en plató aporta el bello espectáculo de la creación, dado a que los ordenadores de los concursantes están conectados a una pantalla tras ellos mismos por las que ver lo que escriben en ese momento. La prueba final funciona debido al lugar en el que se realiza: en el ascensor de un edificio imponente y al que durante todo el programa se identifica con el último desafío; si fuera el clásico alegato (como en las audiciones) no aportaría nada y aburriría. Además, a la hora de presentar a Turín en esta última fase el programa se impregna de la serie “Sherlock” de la BBC, tanto en gama cromática como en el uso de la técnica del Timelapse con Tilt Shift, haciendo parecer miniaturas a los coches y edificios.
Este formato tiene una ventaja frente a “MasterChef”: aquí el público también cata el resultado final. La literatura se puede sentir más fácilmente que la cocina.
El presentador y coach de concursantes, Massimo Coppola, escribe, es guionista, director de cine y televisión y es editor; similar a la figura de David Trueba en España, pero su atractivo hace que potencie aún más el que un público femenino y más lector de enganche al programa.
Sobre su llegada a España, es complicado pero no imposible. Es un programa para la minoría que ahora mismo está perdiendo audiencia, y por su temática debiera recalar en La2 de TVE al igual que este se encuentra en Rai 3. Pero, por su presupuesto, se hace difícil que sea allí e iría a La 1. Los amantes de la literatura disfrutarán del programa, pero para que sea un espectáculo depende de un gran trabajo de casting para encontrar a jueces españoles relativamente jóvenes que den juego y caché sin tener que recurrir a Antonio Gala; que, por otra parte, sería un gran fichaje. Dudo que Pérez Reverte acepte, pero atraería mucho a la audiencia y por seguro haría que las redes sociales ardieran y funcionase el programa.
Sólo un “pero”: el programa descubre en buena parte la escritura como actividad industrial desde un plató de la misma estética, algo que puede hacer que muchos espectadores se entristezcan al no verlo como romántica creación solitaria. “MasterPiece” es un programa que sólo podría recalar en TVE: es una apuesta muy arriesgada por el fomento de la lectura y, aún más, por animar a la creación.
¿Tienen tiempo? No se lo pierdan... Aquí un enlace al tercer programa en la web de la Rai.
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